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martes, 19 de abril de 2011

Seaside.


Es algo que me pregunto muy a menudo, vivimos por el hecho de vivir o realmente vivimos nuestra vida como algo con cierta relevancia. 
Hoy ha sido una tarde extraña, contigo, mi compañera de clase de filosofía, la que tiene que soportar mis delirios matutinos, la que es tan diferente y a la vez parecida a mi. Hablando unas cosas llevan a otras, hemos acabado hablando de arrepentirnos de cosas pasadas, de hacer locuras, en fin, hacer lo que todos quieren pero muy pocos hacen. ¿Por qué la gente deja que el miedo maneje sus vidas? Dejamos pasar cientos, miles de oportunidades por miedo al fracaso, a las represalias,  por vergüenza o simplemente por no cambiar nuestras costumbres. Evitamos los que pueden ser los mejores momentos de nuestras vidas solo porque tememos los cambios, los desajustes, las cosas no planeadas, espontáneas. No nos damos cuenta que es mejor arrepentirnos de algo que hemos hecho que de algo que no hemos hecho, y que puede que nunca tengamos la oportunidad de volver a hacer. En esta vida hay que probarlo todo, tanto lo bueno como lo malo, hay que experimentar, sin miedo, con ganas. Hay que arriesgar, ganar y perder, ser valientes. Volveré a vivir mi vida sin pensar, actuando, riendo, siendo feliz, como antes, como siempre, como cuando todo era perfecto por ser totalmente imperfecto. En la imperfección se encuentra la belleza, en la locura la sensatez, lo tengo muy comprobado. 
Hoy se acabó la presión, el miedo, la posibilidad, los por qués. Hoy lo veo todo más claro, la opacidad deja pasar pequeños rayos de sol, que hacen que sienta el calor en mi piel, quitan esa fría capa que creía impenetrable, dios, cuanto echo de menos las playa. Puede que después de todo existan los finales felices, al menos los parcialmente felices. Acabaré con agujetas de reír, cansada de ser feliz, un nuevo cambio bastante prometedor.
Como siempre tienes que formar parte, aunque sea en un par de líneas, entrometiéndote en mis escritos, en mi cabeza, en mi vida, sin ni siquiera pedir permiso. Pensé que debería haber arriesgado contigo, debía haber confiado en ti como me pediste, pero esto es diferente, como tú, no eres una pieza más de mi vida, eres ese algo distinto, se que ahora no va a ocurrir nada que merezca ser mencionado, en parte me alegro, tengo muchos sitios que visitar como para esperar horas en una parada en la que el tren solo pasa una vez. Algún día, puede que algún día el destino nos una, puede que te olvides de mi nombre, mi cara y mi dirección, hay tantas posibilidades, una gama inmensa de colores entre el blanco y el negro, no todo es si o no, lo dejaré en un tal vez, es posible.
Se acabaron las palabras ilegibles, que solo yo entendía, empezaré a escribir cosas medianamente coherentes, empezaré a contar como es ser feliz, o al menos intentar serlo. Os contaré que hay de nuevo en la vida de mi antiguo yo. Mientras tanto, mil gracias por emplear vuestro tiempo en estas banales palabras.
Estos días he estado tan centrada en nada que aún no he tenido tiempo para escribirte como te mereces, todo lo que te echo de menos neoyorquina, antes de que vuelvas te dedicare algunas palabras, aún me acuerdo de tu “echarme mucho de menos”, que tontería, sabías que lo íbamos a hacer.

 

3 comentarios:

  1. tu manera de escribir, es wow! con eso lo resumo todo. me encanta :) bss!

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  2. Muy buena entrada Eva!
    Me ha encantado tu reflexión, a continuar viviendo!
    Un beso

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